LA MUSA DEL CEMENTERIO

Ahorcado en el árbol de la vida vi a la muerte rezando
por mi difunta alma,
todo llorosa y deprimida
apoyaba sus senos al ataúd.

Por mí bajó a todos los infiernos
sin que su beso me alcance,
sólo ella les puso nombre
a las flores que dejé en el camino,
esperando a la mujer que nunca llegó.

Injusta senda para quien ya maldito
desde la miseria de la cuna,
hasta el sangrado existencial,
injusta senda que manchó mis días
con la falta de una mirada.

La muerte es un amor fiel
lo saben el carnicero y el homicida,
mismas almas en sueños diferentes,
es fiel en los suspiros del ahogado
que yace en el lago del olvido.